domingo, 16 de enero de 2022

En la “Zamora de la belleza asombrosa”

 Raúl Afonso, dramaturgo cubano, recala en la capital para seguir investigando el teatro judío y preparar un espectáculo y lecturas dramatizadas para el Centro IsaacCampantón 

 

Susana Arizaga, La Opinión de Zamora

16·01·22 | 04:00 | 

 

Raúl Alfonso, dramaturgo e investigador cubano durante la entrevista. | Jose Luis Fernández

Raúl Afonso vive enamorado, sorprendido, de “la belleza asombrosa” de Zamora, una ciudad a la que apenas acaba de llegar, pero de la que conoce a fondo el peso que tiene en la Historia de España. Aquí fijará su residencia durante un año con el cometido de proseguir su investigación, en la que ya trabajaba, sobre el teatro judío y de preparar trabajos para los actos del décimo aniversario del impulso del Centro Isaac Campantón en Zamora. Su aportación será “un espectáculo unipersonal y la preparación de un par de lecturas dramatizadas que verán la luz durante el décimo aniversario del evento acerca de la huella judía en Zamora, una celebración interesante y necesaria”, en los que ya trabaja.

Este licenciado en Artes Escénicas por el Instituto Superior de Arte de La Habana, en la especialidad de Teatrología y Dramaturgia, ha llegado a Zamora de la mano del Centro Isaac Campantón (rabino ilustre de la ciudad de Zamora que vivió entre los siglos XIV y XV). Está acogido a una residencia artística e investigativa de carácter no lucrativo por parte de esa organización internacional sin ánimo de lucro que estudia la huella sefardita en Zamora y la provincia.

Representación con la que Alfonso fue Premio de Crítica Cubana al mejor espectáculo. | Ernst Rudin

La residencia artística le permite, además, colaborar con personas y grupos que estudian la historia y cultura judías, con la investigación acerca del teatro judío, “tanto el antiguo como el contemporáneo, a partir de la obra de varios autores de diferentes épocas y latitudes, Leónidas Andreief, Jacobo Kaufmann, Maikel Rodríguez de la Cruz, entre otros”, expone.

Y mientras trabaja en las composiciones, se aproxima a los zamoranos, unas “personas amables y solidarias”, asegura haber conocido gente entrañable y muy talentosa. Y si tuviera que lanzar un mensaje sería “pongan en valor lo que tienen y no permitan que la abulia, la desidia y la vulgaridad les ganen la batalla por la subsistencia y la belleza”. Sostiene que, aunque es difícil en los tiempos que corren, existe un deber, “una responsabilidad con la ciudad, su historia y sus mayores, aquellos que, desde su diversidad, construyeron lo que tenemos hoy”.

Raúl Afonso ensalza las cualidades de “un enclave ideal para el estudio, la escritura, la creación artística e intelectual, la meditación y el deambular, cosa que hago casi a diario”. Convencido de que Zamora es un lugar mágico, de que “en sus rincones pueden escucharse, si uno se concentra y lo permite, voces de tiempos idos que nos iluminan y también nos confunden”. Ante la mirada extrañada de la periodista afirma que “sí, pasa, esto es lo que sucede cuando se vive a medio camino entre la luz y la sombra”, donde los vestigios de la historia, de pueblos y épocas anteriores, se han ido superponiendo para dar lugar a la ciudad es hoy.

Puesta en escena de Poe, de Alfonso, interpretada por el mago Riversson y la bailarina Melissa Marin.

El gran arraigo del teatro amateur en Zamora ha sido todo un descubrimiento. En “las jornadas de teatro aficionado en La Alhóndiga a finales del 2021”, descubrió, “varios grupos con buen número de integrantes, que merecen una oportunidad”. Y “pese a las limitaciones estéticas de algunas de las propuestas”, destaca a actores como Aldán Pino o Verónica Calvo “que bien pueden asumir retos mayores”. También ha contactado con algunos profesionales de teatro de larga trayectoria y rompe una lanza en favor de este arte, mientras advierte que “la ciudad no debe desaprovechar este potencial, merecen apoyo y visibilidad. El teatro y su gente se imponen al funcionario indiferente, a la censura, a la estupidez cotidiana y al déspota que los desprecia”.

Raúl Alfonso tiene una larga trayectoria como actor, asesor y director de escena; como profesor de Interpretación y Voz y dicción en la Escuela Nacional de Teatro de La Habana; en el Instituto Superior de Arte de esa misma ciudad; en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños; y en diversas academias, círculos de magos y universidades de México y de España. Ha dirigido y escrito numerosas obras de teatro, algunas publicadas en revistas y antologías- El Grito, El pie de Nijinski, El dudoso cuento de la princesa Sonia-, premiadas y representadas en Cuba y en México, Colombia, EE UU y España. Ha realizado de manera independiente varios cortometrajes en La Habana, México y Madrid: Off vampiro, Naturaleza Muerta o 66 palabras.