martes, 21 de abril de 2015

Un Museo Sefardí para Zamora


Las investigaciones desarrolladas en la ciudad y el apoyo popular a las recientes actividades sobre la cultura hebrea plantean la "necesidad" de un centro monográfico

 





Foto: Francisco Javier González Hernández

Un museo para "estudiar y difundir" el legado judío de Zamora y de Castilla y León. Esta es la idea fuerza a la que se han adherido ya decenas de personas en las redes sociales, un proyecto que será presentado por el Centro Campantón en la conferencia del próximo día 3 de julio, acto que sustituye a las jornadas sobre la herencia judía que se han programado los dos últimos años en Zamora.

¿Está justificada la apertura de un nuevo centro de difusión cultural de estas características en Zamora? Los impulsores del proyecto creen que sí, porque se trata de "una necesidad natural" que parte de los conocimientos aportados por los expertos internacionales -fundamentalmente de Israel y Estados Unidos- en los encuentros de la ciudad.


El responsable del Centro Campantón, Jesús Jambrina, se refiere tanto a los estudios difundidos en Zamora por expertos de la talla de Abraham Gross, profesor de la Universidad Ben Gurion de Israel, como a aportaciones de personalidades como Jane S. Gerber, directora del Centro de Estudios Sefardíes de la Universidad de Nueva York.

Durante las jornadas de 2014 y 2015, los ponentes concluyeron que Zamora acogió una de las últimas comunidades judías de prestigio en el país, desde un siglo antes de la fatídica expulsión, en 1492. La ciudad fue cuna, según insisten los participantes, de una escuela de pensamiento liderada por "el último rabino" de Castilla y León, Isaac Campantón.


Pero hay un segundo pilar que justifica el futuro Museo Judío: la respuesta de los ciudadanos de Zamora, que han acudido en un número importante a las sesiones de divulgación cultural. El apoyo popular hizo visible uno de los principales logros ya perceptible: la señalización de la Ruta Sefardí. "Una deuda histórica", a juicio del Ayuntamiento, que se cumplió para seguir el paso de ciudades como Segovia o Toledo, que ya contaban desde antiguo con estos recorridos.

Las conferencias "han puesto en evidencia el caudal judío que tenemos en Zamora, ciudad y provincia, y pensamos que es hora de fijarlo", expone Jesús Jambrina. El profesor cubano, con raíces en Gema, justifica que "contenido tenemos" al tiempo que opina que "su creación tiene el potencial de convertirse en una atracción importante para la ciudad a través de una programación que incluiría las conferencias internacionales, visitas guiadas a la Ruta Sefardí y otras actividades". De hecho, ya ha habido algunas personas que han mostrado su interés en la donación desinteresada de piezas relacionadas con la cultura sefardí.

Uno de los momentos clave para conocer la viabilidad del Museo Judío será el próximo 3 de julio. De hecho, la apertura de la sesión tratará de explorar las posibilidades del centro. El proyecto se convertiría en el epicentro de una actividad permanente después de varias iniciativas de éxito.

viernes, 3 de abril de 2015

El canto del Marrano

 Jorge Rozemblum, Director de Radio Sefarad

Durante mucho tiempo pensé, como afirman algunos estudiosos y el sentido común, que el apelativo “marrano” era un término peyorativo que comparaba a estos individuos con los cerdos. Pero resulta que la Real Academia de la Lengua Española invierte el proceso y cifra el origen etimológico de la palabra en el árabe “muharram”: una persona maldita o descomulgada, sucia, desaseada, grosera y sin modales, lo que ha llevado a aplicar esta descripción del anatemizado al cerdo, animal al que consideran impuro y digno de desprecio. O sea, que los conversos no son “marranos” por su origen, sino al contrario: los cochinos y puercos lo son por comportarse como alguien que abandona su fe original.

Esta semana comienza en una universidad israelí un encuentro de expertos sobre este fenómeno, al que en hebreo prefieren llamar anusím, literalmente “forzados”, o “bnei anusím” (hijos o descendientes de conversos forzados), un término legal rabínico que se aplica a los obligados a dejar el judaísmo contra su voluntad de forma general, sin identificar el origen geográfico. Y es que este fenómeno no es exclusivo de España, ni de la Península Ibérica, ni del mundo sefardí. Antes y después existieron otros casos de conversiones forzosas, por ejemplo, los de la comunidad judía de la ciudad persa de Mashad en 1740, y antes, los de la tribu judía de los Banu Qurayza en Arabia que osó resistirse a Mahoma, y cuyos hombres fueron decapitados uno a uno, y las mujeres y niños forzados a convertirse al Islam.


Si el converso se mantiene fiel y observante en secreto, aunque sólo sea en el interior de su conciencia, es un anús. Si se trata de un judío que básicamente rechaza la existencia de Dios, es un min (apóstata), mientras que si cree en el Dios de Israel pero no observa sus preceptos, es un meshumad (hereje). Y es que, como señalaba el hispanista sefardí Israel Salvator Révah, el marrano es como un católico sin fe y un judío sin saber, aunque judío por voluntad.


La palabra “marrano” ha pasado a muchos idiomas, incluido el ídish. Un poeta en esa lengua (Avrom Reisen) compuso un poema convertido en canción, “Zog marán”, que muchos han cantado en vísperas de Pésaj, como la época en que estamos: 


“Dime, hermano marrano, ¿dónde has preparado el seder (la cena de Pascua)?
En una cámara de una cueva profunda, allí lo he preparado.
Dime marrano, ¿de dónde y de quién has conseguido blancas matzot (panes sin levadura)?
En la cámara, bajo la protección de Dios, mi esposa ha estirado la masa.
Dime marrano, ¿cómo has hecho para conseguir una hagadá (libro del relato de la salida de Egipto)? Hace mucho tiempo que lo escondí en una grieta de la cueva.
Dime marrano, ¿qué harás si oyen tu voz? Si el enemigo me apresa, moriré cantando”.



"El tribunal de la Inquisición" por Francisco de Goya (1746-1828)